FELIZ AÑO NUEVO DE COLORES


¡UN BRINDIS DE COLORES JUNTO CONTIGO EN ESTE AÑO QUE SE INICIA!

¡Que el Señor y la Santísima Virgen María nos acompañen en este nuevo año que se inicia. Cursillo de Cristiandad nos llama a ser Luz y Vida Nueva en nuestros ambientes, para transformar el mundo para Cristo!


¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡DE COLORES!!!!!!!!!!

RESEÑA DE LA JORNADA DE PREPARACIÓN DEL PLAN PASTORAL DEL AÑO 2100

Gratos momentos de compartir, con una rica once, y un delicioso pan de pascua.

LLAMADO DEL OBISPO A SER MISIONEROS DURANTE EL AÑO 2011

El Encuentro diocesano convocado por Monseñor Felipe Bacarreza estuvo marcado por el entusiasmo del Obispo de llevar a la Diócesis a un estado de Misión. El documento de Aparecida

nos llama a ser evangelizadores, a anunciar a todos el llamado de la Iglesia a conquistar los corazones con la propuesta de un Dios que nos interpela y nos llama a una Vida Nueva.

La asamblea de dirigentes de la Diócesis, analizando los documentos de base para realizar el Plan Pastoral 2011 de cada movimiento, y que conformará el Plan Pastoral 2011 de la Diócesis.


Los dirigentes de Cursillos de Cristiandad también estuvieron presentes en la jornada, trabajando con mucha responsabilidad para que la Diócesis siga siendo De Colores

¡¡¡¡De Colores, Julito!!!!!
Nuestro amadísimo Julito Álvarez,en la foto, mientras comparte su sabiduría con otro hermano de la Diócesis, mientras estudian los documentos de Aparecida.

Queremos finalizar este breve reportaje gráfico con la imagen de nuestro hermano Julio Álvarez, quien ha sido para Cursillo una permanente fuente de sabiduría y entusiasmo. Lo vimos como siempre, concentrado, dinámico, y comprometido con el Señor, con los hermanos y con Cursillos de Cristiandad

¡¡¡De Colores!!!

PREPARACION DEL PLAN PASTORAL DEL AÑO 2011

Conociendo a los Sacerdotes: Padre darío Dittus, asesor de Cursillo en la Parroquia Santa María.

PLAN PASTORAL DIOCESANO 2011. DÍAS 14 y 15 DE DICIEMBRE.


Monseños Felipe Bacarreza nos ha invitado a participar de una jornada de dos días, para preparar el Plan Pastoral Diocesano del próximo año 2011.

Allí estaremos, como cursillo de Cristiandad, esperando que el Señor y nuestra Madre la Santísima Virgen María nos iluminen y nos llenen de Gracia para ser profetas y anunciadores de la Buena Nueva en nuestros ambientes.
La jornada constará de dos días: 14 y 15 de diciembre de 2010, desde las 19,00 horas, hasta las 22.00 horas.

¡De Colores!

EN ADVIENTO NOS PREPARAMOS PARA RECIBIR AL SEÑOR

Adviento: Esperando a Jesús De Colores

El Adviento es un tiempo cuyo nombre (adventus) significa “venida”. Al revivir la espera gozosa del Mesías en su Encarnación, preparamos el Regreso del Señor al fin de los tiempos : Vino, Viene, Volverá.

“El tiempo del Adviento tiene dos características: es a la vez un tiempo de preparación a las solemnidades de Navidad en que se conmemora la primera Venida de Hijo de Dios entre los hombres, y un tiempo en el cual, mediante esta celebración, la fe se dirige a esperar la segunda Venida de Cristo al fin de los tiempos.

Por estos dos motivos, el Adviento se presenta como un tiempo de piadosa y alegre esperanza”
(Calendario Romano n.39)

El adviento, un tiempo para vivir y celebrar, bajo el signo de “encuentro” entre un Dios que viene al encuentro del hombre, y el hombre en busca de Dios. Los hombres desean la paz, aspiran a la justicia y la libertad, sueñan felicidad. Desde siempre. De generación en generación, de año en año, a través de los siglos, se prolongan estos anhelos frecuentemente decepcionados. En estos llamados y búsquedas de los hombres se expresan las promesas de Dios. La historia de Israel, el pueblo de Dios, es el signo de estas promesas y revelan su realización, conduce a Cristo Jesús y nos lo da. Con los deseos y los anhelos de los hombres, la Iglesia, hoy, hace su oración. Nos asegura que Dios cumple sus promesas. En pos del profeta Isaías, con las palabras vigorosas de Juan Bautista, no dice, como la Virgen María que hay que acoger a Cristo. El Adviento: re-encontrar, en el fondo de sí mismo, todo lo que puede ser salvado; volverse hacia Cristo, que vendrá un día en su gloria, pero que ya está y nos espera. Volverse hacia Cristo es lo que llamamos “Convertirse”. El Adviento es tiempo de conversión. Y tiempo de espera.

CURSILLO DEL BUEN PASTOR VISITA QUILACO

Compartiendo en el Hogar de Ancianos de Quilaco


Padre Alberto, nuestro querido Sacerdote

Siguiendo el mensaje del Evangelio de servir y honrar a los ancianos, los Cursillistas de la Parroquia del Buen Pastor visitaron el hogar de ancianos de Quilaco, dado una grata sorpresa a los residentes.
En el marco de la visita se realizó una Misa, estudio bíblico,y además se realizó un paseo por el Santuario de Santa Teresita.

Quedó abierta una invitación a los hermanos de Quilaco, para que visiten Los Ángeles.

¡LLAMADOS SER LUZ , UNIDOS A LA LUZ!

Oremos como un niño ante el Señor

Nos dice el Apóstol Santiago: “No tenéis, porque no pedís” (Santiago 4,2).

En estas cinco palabras encontramos un importante mensaje de Dios. Dos de las palabras son de una sola sílaba, y, por cierto, son en realidad la misma palabra. Los dos verbos usados en ella son los más frecuentes, probablemente en nuestra lengua: tener y pedir. En cuanto a “porque” no hay que decir que es una de las palabras más comunes. Y este mensaje, al parecer corto y corriente, contiene un poder que ha transformado muchas vidas, y ha hecho de obreros ineficaces poderosos adalides del poder divino. Se encuentran estas cinco palabras en Santiago 4,2 formando parte del final del versículo: “Combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís”.
Comentario:
Los cristianos, muchas veces ,hemos olvidado la fuerza de la oración.Cuando programamos actividades de Catequesis, de Evangelización, buscamos las mejores técnicas, los medios audiovisuales mas útiles, y las técnicas de comunicación más acertadas......¡Y muchas veces todo eso no resulta!!!!!!

¿Qué nos ocurre? Ocurre que eso está muy bien, pero no es suficiente. Ocurre que dejamos todo en nuestras manos, olvidando que la Conversión y la Vida en el Espíritu son misterios de Dios, y que todo está en sus manos.

¿Cuantas conversiones más habrían si las pidiéramos a los pies del Santísimo?
¿Cuantas conversiones más habrían si peleáramos menos y oráramos mas?

Muchas veces el pueblo que no participa de las cosas de la Iglesia dirá: "Miren como no se soportan", en vez de decir "Miren como se aman", cuando nos miran a los dirigentes en nuestras pequeñeces humanas.

¡Todo esto cambiaría si nos atreviésemos osadamente a usar las rodillas y creer en las promesas del Señor: Que lo que pidamos en Su Nombre, el lo concedería.!

Oremos para que nosotros, los dirigentes, volvamos a enamorarnos del Señor, a amarnos y a aceptarnos entre nosotros, y para que volvamos a creer en sus promesas, en las promesas del Señor.
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Carlos Moreno Pezo.

SEMANA DE COLORES EN LOS ANGELES

Esta semana será De Colores, pues tendremos dos importantes eventos en Los Angeles:

1.- ENCUENTRO DEL SECRETARIADO NACIONAL, EL QUE SE REUNIRÁ EN ADVENIAT.

2.- ULTREYA EL DIA DOMINGO 22 DE AGOSTO, EN EL GIMNASIO DE LA UNIVERSIDAD DE CONCEPCION, EN AVENIDA RICARDO VICUÑA.
La Ultreya comienza a las 10,30 horas, y finalizará con una Eucaristía a las 17,30 horas, en el Templo Catedral.

¡¡¡¡Participa de esta Ultreya para cargar tu vida de nuevos colores!!!!!!

Estructura: Secretariados y Escuela de dirigentes: Para Aprender y Crecer

"Que el Espíritu Siga reverdeciendo y no se seque"
Estructura: Secretariados y Escuela de dirigentes

“Que la organización no acabe con la mística” (Eduardo Bonnín a Cardenal Pironio)

Los Cursillos de Cristiandad son “espíritu” y se mueven en un plano espiritual, para provocar “hambre” de Dios. Las cosas del Espíritu se mueven en plano de unidad de servicio. El cursillo se hace para vivir el cuarto día, desde lo fundamental cristiano, en convivencia caritativa y apostólica. Se ha indicado que los tres tiempos o momentos básicos en los que se distingue el Método de Cursillos - Precursillo, Cursillo y Poscursillo-, son como planos que se establecen en las relaciones de amistad entre las personas , y que se unen íntimamente entre sí, como un movimiento circular, provocado porque el precursillo genera el cursillo, el cursillo genera el poscursillo y, a su vez, el poscursillo genera el precursillo. Que la finalidad del Poscursillo es vivir y convivir lo fundamental cristiano dentro del metro cuadrado de cada una de las personas. Intentar que la vela que Cristo, mediante el cursillo, colocó en el centro del metro cuadrado móvil de cada uno de nosotros permanezca encendida y alumbre a los demás, especialmente a los alejados, en cualquier punto de todos los ambientes en los que vivimos. Que, el Seguro Total de amistad, para garantizar la posibilidad de vivir en Gracia en el mundo durante el cuarto día, se presenta, desde la amistad, por medio de dos vías o polos: el polo personal de la Reunión de Grupo y el polo social de la Ultreya. Si bien Cursillos es un “espíritu”, su vivencia en el mundo necesita una estructura organizativa, porque el desarrollo y el crecimiento en el mundo de ese “espíritu” exige el servicio de unos organismos que se ocupen de salvaguardar su esencia y finalidad. La esencia y finalidad de la estructura organizativa del “espíritu” de Cursillos, en definitiva, se concreta en una sola función: servicio. Esa función se desarrolla a través de la figura de los secretariados y de las escuelas de dirigentes, ambas con una íntima conexión y una vinculación común de servir a Cursillos en tareas específicas. Aunque los instrumentos de que se componen son humanos, en todo momento se ha de tener en cuenta que Cursillos de Cristiandad no es una organización mercantil. El Secretariado de Cursillos es un organismo de servicio cuando dedica su actividad a simplificar, facilitar y posibilitar la vivencia de lo Fundamental Cristiano en cualquier punto de todos los ambientes en los que vivimos y nos desenvolvemos. La estructura esencial del Cursillos, el prioritario y fundamental secretariado de Cursillos es el secretariado diocesano. Por la necesidad de una conexión y colaboración entre los Secretariados Diocesanos nace el Secretariado Nacional. El mismo fundamento de conexión y colaboración entre los Secretariados Nacionales, da oportunidad a la existencia de Grupos Internacionales y a la creación del Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad. La Escuela de Dirigentes desarrolla la función de servir a Cursillos, en íntima conexión y vinculación común con el Secretariado, para simplificar, facilitar y posibilitar la vivencia de lo Fundamental Cristiano en cualquier punto de todos los ambientes en los que vivimos y nos desenvolvemos. La Escuela de Dirigentes concentra su finalidad, básicamente, en cuatro puntos: 1.- Impulsar y encauzar las inquietudes de los cursillistas. 2.- Dar sentido, contenido, eficacia, clima y vida a la Ultreya 3.- Facilitar la teoría y la práctica de Cursillos a quienes componen la Escuela. 4.- Impulsar y aumentar el nivel de crecimiento espiritual de sus componentes. Los componentes de un Secretariado y de una Escuela de Dirigentes no son ejecutivos de una “torre de mando”. Ellos han de desarrollar esa función solo para dar un servicio. El principio práctico en un Secretariado y en una Escuela de Dirigentes no ha de ser el de actuar como un “parlamento democrático”. Lo esencial y la finalidad de lo “espiritual”, como es lo esencial y la finalidad de Cursillos, vive en la pretensión única de todos. Lo esencial y la finalidad de lo “espiritual” no se impone, ni se somete a la suma de unos votos. Los votos son el cobijo de quienes quieren mando e imposición. El Secretariado y la Escuela de Dirigentes de Cursillos han de ser organismos con una estructura mínima para el ejercicio de lo fundamental, porque “el exceso de organización mata la vida” Es característica determinante y esencial en el Secretariado y en la Escuela de Dirigentes que la estructuración ha de estar al servicio de la autenticidad del contenido y objetivos de Cursillos, o sea, de la vivencia de lo Fundamental Cristiano producida por el “encuentro” del cursillo y potenciada por el desarrollo posterior. Porque no hay siervos, sino amigos, porque no hay personajes, sino personas … porque se escucha mejor a los discípulos … Ni lecciones, ni maestros, ni órdenes, ni mandos… solo SERVICIO

Estamos de cursillo de hombres

Dirigentes.....foto de archivo
Hoy , jueves, comenzó en Betania, Laja, el Cursillo N° 144 de varones de la Diócesis de Santa María de Los Ángeles. Como nuevo rector va Luis Silva y como Director Espiritual el Padre Félix (también Director Espiritual del Movimiento en Laja). Entraron 17 hermanos, todos de Laja. Ninguna otra Parroquia de la Diócesis se hizo presente en este Cursillo. Es una lástima que se hayan perdido cupos para este Cursillo., pues necesitamos evangelizar a tantos hermanos y hermanas y se pierden oportunidades. ¿en que estamos si no es en esta misión, la única que nos dejó por encargo Nuestro Señor Jesucristo? ¿Qué nos diría Jesús en este caso a nosotros como Dirigentes y miembros de Cursillo?...¡Estaría contento?....¡Es para meditarlo, verdad?

¡¡Pedimos a los HERMANOS Y HERMANAS ORAR POR ESTE CURSILLO!!!

Yo me confieso, Tu te confiesas......El no se confiesa!....¿Por Qué?

Diácono Julio Alvarez, un Hombre de Dios, y el Matrimonio Coordinador de Cursillos de la Diócesis
Es un interesante artículo, para leerlo, meditarlo, orarlo. No te preocupes por el largo de este texto.....a veces leemos tanta basura sin importar el tiempo. ¡Lee este tesoro y podrás guiar a muchos.
Bendiciones:

La pérdida de la Confesión es la raíz de muchos males en la Iglesia Por el cardenal Joachim Meisner, arzobispo de Colonia
ROMA, sábado, 19 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la meditación que pronunció el cardenal Joachim Meisner, arzobispo de Colonia, pronunció con el título "Conversión y misión" durante el encuentro internacional de sacerdotes en la conclusión del Año Sacerdotal. ¡Queridos hermanos! Ciertamente no trataré de brindaros una nueva exposición sobre la teología de la penitencia y de la misión. Pero quisiera dejarme guiar por el mismo Evangelio, junto a vosotros, hacia la conversión, para luego ser enviados por el Espíritu Santo a llevar a los hombres la buena noticia de Cristo. En este camino, quisiera ahora recorrer con vosotros quince puntos de reflexión. 1. Debemos convertirnos nuevamente en una "Iglesia en camino a los hombres" (Geh-hin-Kirche), como le gustaba decir a mi predecesor, el entonces Arzobispo de Colonia, el cardenal Joseph Höffner. Esto, sin embargo, no puede ocurrir por un mandato. A esto nos debe mover el Espíritu Santo. Una de las pérdidas más trágicas que nuestra Iglesia ha sufrido en la segunda mitad del siglo XX es la pérdida del Espíritu Santo en el sacramento de la Reconciliación. Para nosotros, los sacerdotes, esto ha causado una tremenda pérdida de perfil interior. Cuando los fieles cristianos me preguntan: "¿Cómo podemos ayudar a nuestros sacerdotes?", entonces siempre respondo: "¡Id a confesaros con ellos!". Allí donde el sacerdote ya no es confesor, se convierte en un trabajador social religioso. Le falta, de hecho, la experiencia del éxito pastoral más grande, es decir, cuando puede colaborar para que un pecador, también gracias a su ayuda, deje el confesionario siendo nuevamente una persona santificada. En el confesionario, el sacerdote puede echar una mirada al corazón de muchas personas y de esto le surgen impulsos, estímulos e inspiraciones para el propio seguimiento de Cristo. 2. A las puertas de Damasco, un pequeño hombre enfermo, san Pablo, es tirado al suelo y queda ciego. En la segunda Carta a los Corintios, él mismo nos habla de la impresión que sus adversarios tenían de su persona: era físicamente insignificante y de retórica débil (cfr. 2 Cor 10,10). A las ciudades del Asia Menor y de Europa, sin embargo, a través de este pequeño hombre enfermo, será anunciado, en los años venideros, el Evangelio. Las maravillas de Dios no ocurren nunca bajo los "reflectores" de la historia mundial. Estas se realizan siempre a un lado; precisamente, a las puertas de la ciudad como también en el secreto del confesionario. Esto debe ser para todos nosotros un gran consuelo, para nosotros que tenemos grandes responsabilidades pero, al mismo tiempo, somos conscientes de nuestras, a menudo limitadas, posibilidades. Forma parte de la estrategia de Dios: obtener, mediante pequeñas causas, efectos de grandes dimensiones. Pablo, derrotado a las puertas de Damasco, se convierte en el conquistador de las ciudades del Asia Menor y de Europa. Su misión es la de reunir a los llamados en la Iglesia, dentro de la "Ecclesia" de Dios. Aún si - vista desde fuera - es sólo una pequeña y oprimida minoría, es impulsada desde dentro, y Pablo la compara al cuerpo de Cristo, más aún, la identifica con el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Esta posibilidad de "recibir de las manos del Señor", en nuestra experiencia humana, se llama "conversión". La Iglesia es la "Ecclesia semper reformanda" y, en ella, tanto el sacerdote como el obispo son un "semper reformandus" que, como Pablo en Damasco, deben ser tirados a tierra desde el caballo siempre de nuevo para caer en los brazos de Dios misericordioso, que luego nos envía al mundo. 3. Por eso no es suficiente que en nuestro trabajo pastoral queramos aportar correcciones sólo a las estructuras de nuestra Iglesia para poder mostrarla más atractiva. ¡No basta! Tenemos necesidad de un cambio del corazón, de mi corazón. Sólo un Pablo convertido pudo cambiar el mundo, no un ingeniero de estructuras eclesiásticas. El sacerdote, a través de su ser en el estilo de vida de Jesús, está de tal modo habitado por Él que el mismo Jesús, en el sacerdote, se hace perceptible para los otros. En Juan 14, 23, leemos: "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él". ¡Esto no es sólo una bella imagen! Si el corazón del sacerdote ama a Dios y vive en la gracia, Dios uno y trino viene personalmente a habitar en el corazón del sacerdote. Ciertamente, Dios es omnipresente. Dios habita en todos lados. El mundo es como una gran iglesia de Dios, pero el corazón del sacerdote es como un tabernáculo en la iglesia. Allí, Dios habita de un modo misterioso y particular. 4. El mayor obstáculo para permitir que Cristo sea percibido por los otros a través nuestro es el pecado. Este impide la presencia del Señor en nuestra existencia y, por eso, para nosotros no hay nada más necesario que la conversión, también en orden a la misión. Se trata, por decirlo sintéticamente, del sacramento de la Penitencia. Un sacerdote que no se encuentra, con frecuencia, tanto de un lado como del otro de la rejilla del confesionario, sufre daños permanentes en su alma y en su misión. Aquí vemos ciertamente una de las principales causas de la múltiple crisis en la que el sacerdocio ha estado en los últimos cincuenta años. La gracia especialmente particular del sacerdocio es aquella por la que el sacerdote puede sentirse "en su casa" en ambos lados de la rejilla del confesionario: como penitente y como ministro del perdón. Cuando el sacerdote se aleja del confesionario, entra en una grave crisis de identidad. El sacramento de la Penitencia es el lugar privilegiado para la profundización de la identidad del sacerdote, el cual está llamado a hacer que él mismo y los creyentes se acerquen a la plenitud de Cristo. En la oración sacerdotal, Jesús habla a los suyos y a nuestro Padre celestial de esta identidad: "No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad" (Jn. 17,15-17). En el sacramento de la Penitencia, se trata de la verdad en nosotros. ¿Cómo es posible que no nos guste enfrentar la verdad? 5. Ahora debemos preguntarnos: ¿no hemos experimentado todavía la alegría de reconocer un error, admitirlo y pedir perdón a quien hemos ofendido? "Me levantaré e iré a la casa de mi padre y le diré: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti" (Lc 15,18). ¿No conocemos la alegría de ver, entonces, cómo el Otro abre los brazos como el padre del hijo pródigo: "su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó" (Lc 15,20)? ¿No podemos imaginar, entonces, la alegría del padre, que nos ha vuelto a encontrar: "Y comenzó la fiesta" (Lc 15,24)? Si sabemos que esta fiesta es celebrada en el Cielo cada vez que nos convertimos, ¿por qué, entonces, no nos convertimos más frecuentemente? ¿Por qué - y aquí hablo de un modo muy humano - somos tan mezquinos con Dios y con los santos del Cielo al punto de dejarlos tan raramente celebrar una fiesta por el hecho de que nos hemos dejado abrazar por el corazón del Señor, del Padre? 6. A menudo no amamos este perdón explícito. Y, sin embargo, Dios nunca se muestra tanto como Dios como cuando perdona. ¡Dios es amor! ¡Él es el donarse en persona! Él da la gracia del perdón. Pero el amor más fuerte es aquel amor que supera el obstáculo principal al amor, es decir, el pecado. La gracia más grande es el ser perdonados (die Begnadigung), y el don más precioso es el darse (die Vergabung), es el perdón. Si no hubiese pecadores, que tuvieran más necesidad del perdón que del pan cotidiano, no podríamos conocer la profundidad del Corazón divino. El Señor lo subraya de modo explícito: "Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse" (Lc. 15,7). ¿Cómo es posible - preguntémonos una vez más - que un sacramento, que evoca tan gran alegría en el Cielo, suscita tanta antipatía sobre la tierra? Esto se debe a nuestra soberbia, a la constante tendencia de nuestro corazón a atrincherarse, a satisfacerse a sí mismo, a aislarse, a cerrarse sobre sí. En realidad, ¿qué preferimos?: ¿ser pecadores, a los que Dios perdona, o aparentar estar sin pecado, viviendo en la ilusión de presumirnos justos, dejando de lado la manifestación del amor de Dios? ¿Basta realmente con estar satisfechos de nosotros mismos? ¿Pero qué somos sin Dios? Sólo la humildad de un niño, como la han vivido los santos, nos deja soportar con alegría la diferencia entre nuestra indignidad y la magnificencia de Dios. 7. El fin de la confesión no es que nosotros, olvidando los pecados, no pensemos más en Dios. La confesión nos permite el acceso a una vida donde no se puede pensar en nada más que en Dios. Dios nos dice en el interior: "La única razón por la que has pecado es porque no puedes creer que yo te amo lo suficiente, que estás realmente en mi corazón, que encuentras en mí la ternura de la que tienes necesidad, que me alegro por el mínimo gesto que me ofreces, como testimonio de tu consentimiento, para perdonarte todo aquello que me traes en la confesión". Sabiendo de tal perdón, de tal amor, entonces seremos inundados de alegría y de gratitud. De este modo, perderemos progresivamente el deseo del pecado, y el sacramento de la Reconciliación se convertirá en una cita fija de la alegría en nuestra vida. Ir a confesarse significa hacer un poco más cordial el amor a Dios, sentir, decir y experimentar eficazmente, una vez más - porque la confesión no es estímulo sólo desde el exterior -, que Dios nos ama; confesarse significa recomenzar a creer - y, al mismo tiempo, a descubrir - que hasta ahora nunca hemos confiado de modo suficientemente profundo y que, por eso, debemos pedir perdón. Frente a Jesús, nos sentimos pecadores, nos descubrimos pecadores, que hemos dejado de lado las expectativas del Señor. Confesarse significa dejarse elevar por el Señor a su nivel divino. 8. El hijo pródigo abandona la casa paterna porque se ha vuelto incrédulo. Ya no tiene confianza en el amor del Padre, que lo satisface, y exige su parte de herencia para resolver por sí sólo todo lo que a él concierne. Cuando se decide a volver y pedir perdón, su corazón está aún muerto. Cree que ya no será amado, que ya no será considerado hijo. Vuelve sólo para no morir de hambre. ¡Esto es lo que llamamos contrición imperfecta! Pero hacía tiempo que el padre lo esperaba. Hacía tiempo que no tenía pensamiento que le diera más alegría que el de creer que el hijo podría volver un día a casa. Tan pronto lo ve, corre al encuentro, lo abraza, no le da tiempo ni siquiera para terminar su confesión, y llama a los sirvientes para hacerlo vestir, alimentar y curar. Dado que se le muestra un amor tan grande, el hijo, en ese momento, comienza también a sentirlo nuevamente, dejándose colmar. Un arrepentimiento inesperado le sobreviene. Esta es la contrición perfecta. Sólo cuando el padre lo abraza, él mide toda su ingratitud, su insolencia y su injusticia. Sólo entonces retorna verdaderamente, se vuelve a convertir en hijo, abierto y confidente con el padre, reencuentra la vida: "Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado" (Lc. 15,32), dice el padre, al respecto, al hijo que había permanecido en la casa. 9. El hijo mayor, "el justo", ha vivido un cambio similar - así, al menos, quisiéramos esperar que continúe la parábola. El caso de este hijo es, sin embargo, mucho más difícil. ¡No se puede decir que Dios ama a los pecadores más que a los justos! Una madre ama a su niño enfermo, al que dirige sus cuidados particulares, no más que a los niños sanos, a los que deja jugar solos, a los que expresa su amor - no ciertamente menor - pero de modo diverso. Mientras las personas rechazan reconocer y confesar los propios pecados, mientras siguen siendo pecadores orgullosos, Dios prefiere a los humildes pecadores. Tiene paciencia con todos. El Padre tiene paciencia también con el hijo que se ha quedado en la casa. Le ruega y le habla con bondad: "Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo" (Lc. 15,31). El perdón de la insensibilidad del hijo mayor no es expresado aquí pero está implícito. ¡Qué grande debe ser la vergüenza del hijo mayor frente a tal clemencia! Había previsto todo pero no ciertamente esta humilde ternura del padre. De repente, se encuentra desarmado, confundido, copartícipe de la alegría común. Y se pregunta cómo pudo pensar en quedarse a un lado, cómo pudo, aunque por un solo instante, preferir ser infeliz solo mientras todos los otros se amaban y se perdonaban mutuamente. Afortunadamente, el padre está allí y lo trata a tiempo. Afortunadamente, ¡el padre no es como él! Afortunadamente, el padre es mucho mejor que todos los otros juntos. Sólo Dios puede perdonar los pecados. Sólo Él puede realizar este gesto de gracia, de alegría y de abundancia de amor. Por eso, el sacramento de la Penitencia es la fuente de permanente renovación y de revitalización de nuestra existencia sacerdotal. 10. Por eso, para mí, la madurez espiritual de un candidato al sacerdocio, para recibir la ordenación sacerdotal, se hace evidente en el hecho de que reciba regularmente - al menos, en la frecuencia de una vez al mes - el sacramento de la Reconciliación. De hecho, es en el sacramento de la Penitencia donde encuentro al Padre misericordioso con los dones más preciosos que ha de dar, y esto es el donarse (Vergabung), el perdón y la gracia. Pero cuando alguno, a causa de su falta de frecuencia de confesión, dice al Padre: "¡Ten para ti tus preciosos dones! Yo no tengo necesidad de ti y de tus dones", entonces deja de ser hijo porque se excluye de la paternidad de Dios, porque ya no quiere recibir sus preciosos dones. Y si ya no es más hijo del Padre celestial, entonces no puede convertirse en sacerdote, porque el sacerdote, a través del bautismo, es antes que nada hijo del Padre y, luego mediante la ordenación sacerdotal, es con Cristo, hijo con el Hijo. Sólo entonces podrá ser realmente hermano de los hombres. 11. El paso de la conversión a la misión puede mostrarse, en primer lugar, en el hecho de que yo paso de un lado al otro de la rejilla del confesionario, de la parte del penitente a la parte del confesor. La pérdida del sacramento de la Reconciliación es la raíz de muchos males en la vida de la Iglesia y en la vida del sacerdote. Y la así llamada crisis del sacramento de la Penitencia no se debe sólo a que la gente no vaya más a confesarse sino a que nosotros, sacerdotes, ya no estamos presentes en el confesionario. Un confesionario en que el está presente un sacerdote, en una iglesia vacía, es el símbolo más conmovedor de la paciencia de Dios que espera. Así es Dios. Él nos espera toda la vida. En mis treinta y cinco años de ministerio episcopal conozco ejemplos conmovedores de sacerdotes presentes cotidianamente en el confesionario, sin que viniera un penitente; hasta que, un día, el primer o la primera penitente, después de meses o años de espera, se hizo finalmente presente. De este modo, por así decir, se ha desbloqueado la situación. Desde ese momento, el confesionario empezó a ser muy frecuentado. Aquí el sacerdote está llamado a poner de su parte todos los trabajos exteriores de planificación de la pastoral de grupo para sumergirse en las necesidades personales de cada uno. Y aquí debe, sobre todo, escuchar más que hablar. Una herida purulenta en el cuerpo sólo puede sanar si puede sangrar hasta el final. El corazón herido del hombre puede sanar sólo si puede sangrar hasta el final, si puede desahogar todo. Y se puede desahogar sólo si hay alguien que escucha, en la absoluta discreción del sacramento de la Reconciliación. Para el confesor es importante, primero que nada, no hablar sino escuchar. ¡Cuántos impulsos interiores experimenta y recibe el sacerdote, precisamente en la administración del sacramento de la confesión, que le sirven para su seguimiento de Cristo! Aquí puede sentir y constatar cuánto más avanzados que él, en el seguimiento de Cristo, están los simples fieles católicos, hombres, mujeres y niños. 12. Si nos falta en gran parte este ámbito esencial del servicio sacerdotal, entonces caemos fácilmente en una mentalidad funcionalista o en el nivel de una mera técnica pastoral. Nuestro estar a ambos lados de la rejilla del confesionario nos lleva, a través de nuestro testimonio, a permitir que Cristo se haga perceptible para el pueblo. Para decirlo claramente, con un ejemplo negativo: quien entra en contacto con el material radioactivo, también él se vuelve radioactivo. Si luego se pone en contacto con otro, entonces también -éste quedará igualmente infectado por la radioactividad. Pero ahora volvamos al ejemplo positivo: aquellos que entran en contacto con Cristo, se vuelven "Cristo-activos". Y si, entonces, el sacerdote, siendo "Cristo-activo", se pone en contacto con otras personas, éstas ciertamente serán "infectadas" por su "Cristo-actividad". Ésta es la misión, así como fue concebida y estuvo presente desde el comienzo del cristianismo. La gente se reunía en torno a la persona de Jesús para tocarlo, aunque sólo fuera el borde de su manto. Y quedaban sanados incluso cuando esto ocurría mientras Él estaba de espaldas: "porque salía de él una fuerza que sanaba a todos" (Lc. 6,19). 13. Con nosotros, en cambio, con frecuencia las personas huyen, ya no buscan nuestra cercanía para entrar en contacto con nosotros. Por el contrario, como dije, se nos escapan. Para evitar que esto suceda, debemos plantearnos la pregunta: ¿con quién entran en contacto cuando se ponen en contacto conmigo? ¿Con Jesucristo, en su infinito amor por la humanidad, o bien con alguna privada opinión teológica o alguna queja sobre la situación de la Iglesia y del mundo? A través de nosotros, ¿entran en contacto con Jesucristo? Si este es el caso, entonces las personas tendrán vida. Hablarán entre ellas de tal sacerdote. Se expresarán sobre él con términos similares: "Con él sí se puede hablar. Me entiende. Realmente puede ayudar". Estoy profundamente convencido de que la gente tiene una profunda nostalgia de tales sacerdotes, en los cuales pueden encontrar auténticamente a Cristo, que los hace libres de todos los lazos y los vincula a su Persona. 14. Para poder perdonar realmente, tenemos necesidad de mucho amor. El único perdón que podemos conceder realmente es el que hemos recibido de Dios. Sólo si experimentamos al Padre misericordioso, podemos hacernos hermanos misericordiosos para los otros. Aquel que no perdona, no ama. Aquel que perdona poco, ama poco. Quien perdona mucho, ama mucho. Cuando dejamos el confesionario, que es el punto de partida de nuestra misión, tanto de un lado como del otro de la rejilla, entonces se quisiera abrazar a todos, para pedirles perdón y esto ocurre especialmente después de habernos confesado. Yo mismo he experimentado de forma tan gratificante el amor de Dios que perdona, como para poder solamente pedir con urgencia: "¡Acoge también tú su perdón! Toma una parte del mío, que ahora he recibido en sobreabundancia. ¡Y perdóname que te lo ofrezca tan mal!". Con la confesión se vuelve dentro del mismo movimiento del amor de Dios y del amor fraterno, en la unión con Dios y con la Iglesia, del cual nos había excluido el pecado. Si Dios nos ha enseñado a amar de un modo nuevo, podemos y debemos amar a todos los hombres. Si no fuese así, sería un signo de que no nos hemos confesado bien y que, por lo tanto, deberíamos confesarnos de nuevo. Probablemente, el más grande sacerdote confesor de nuestra Iglesia es el Santo Cura de Ars. Gracias a él tenemos el Año Sacerdotal y, por lo tanto, nuestro actual encuentro como sacerdotes y obispos con el Santo Padre aquí en Roma. Con este santo párroco he reflexionado sobre el misterio de la santa confesión ya que su ministerio cotidiano de la reconciliación, en el confesionario de Ars, ha hecho que se convirtiera en un gran misionero para el mundo. Se ha dicho que, como sacerdote confesor, ha vencido espiritualmente a la Revolución francesa. Lo que me ha inspirado este diálogo espiritual con Juan María Vianney, lo he dicho aquí. Sin embargo, me ha recordado también algo muy importante. 15. ¡Amamos a todos, perdonamos a todos! ¡Hay que prestar atención, sin embargo, a no olvidar a una persona! Existe un ser, de hecho, que nos desilusiona y nos pesa, un ser con el que estamos constantemente insatisfechos. Y somos nosotros mismos. Con frecuencia tenemos bastante de nosotros. Estamos hartos de nuestra mediocridad y cansados de nuestra misma monotonía. Vivimos en un estado de ánimo frío e incluso con una increíble indiferencia hacia este prójimo más próximo que Dios nos ha confiado para que le hagamos tocar el perdón divino. Y este prójimo más próximo somos nosotros mismos. Está dicho, de hecho, que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (cfr. Lv. 19,18). Por lo tanto, debemos amarnos también a nosotros mismos así como tratamos de amar a nuestro prójimo. Entonces debemos pedir a Dios que nos enseñe que debemos perdonarnos: la rabia de nuestro orgullo, las desilusiones de nuestra ambición. Pidamos que la bondad, la ternura, la paciencia y la confianza indecible con la que Él nos perdona, nos conquiste hasta el punto de que nos liberemos del cansancio de nosotros mismos, que nos acompaña por todas partes, y con frecuencia incluso nos causa vergüenza. No somos capaces de reconocer el amor de Dios por nosotros sin modificar también la opinión que tenemos de nosotros mismos, sin reconocer a Dios mismo el derecho de amarnos. El perdón de Dios nos reconcilia con Él, con nosotros, con nuestros hermanos y hermanas, y con todo el mundo. Nos hace auténticos misioneros. ¿Lo creéis, queridos hermanos? ¡Probadlo, hoy mismo

GRACIAS SEÑOR POR TUS SACERDOTES
MUY ACTUAL ESTE TEMA, DEBATIR SOBRE EL SACERDOCIO: AQUI TENEMOS LAS PALABRAS DE NUESTRO PASTOR, EL PAPA BENEDICTO.......SABORIEMOSLAS:
Benedicto XVI a los sacerdotes (II): la verdadera teología
Diálogo entre el Papa y los presbíteros de todo el mundo

CIUDAD DEL VATICANO, martes 15 de junio de 2010 (ZENIT.org).- La teología actual, muchas veces, aparece como una mera especulación intelectual, separada de la doctrina y de la vida espiritual. Para un sacerdote, a quien su trabajo deja apenas tiempo para la formación, ¿cómo orientarse en un laberinto de ideas y opiniones que a veces parece contradecir al magisterio?

Esta fue la segunda pregunta al Papa Benedicto XVI, en la pasada vigilia del 10 de junio, en la clausura del Año Sacerdotal, y fue planteada por un sacerdote procedente desde Costa de Brasil (África), Mathias Agnero.

El Papa coincidió en que se trata de un problema “difícil y doloroso”, pero no “nuevo”: el propio san Buenaventura planteaba “dos tipos de teología”, una que procede de “la arrogancia de la razón” y otra que busca “profundizar en el conocimiento del amado”.

“Existe realmente una teología que quiere sobre todo ser académica, parecer científica, y olvida la realidad vital, la presencia de Dios, su presencia entre nosotros, su hablar hoy, no sólo en el pasado”, explicó el Papa a los presentes.

Esta teología “viene de la arrogancia de la razón, que quiere dominar todo, hace pasar a Dios de sujeto a objeto que estudiamos, mientras debería ser sujeto que nos habla y nos guía”, y “no nutre la fe, sino que oscurece la presencia de Dios en el mundo”.

“Modas”

Actualmente, comentó Benedicto XVI, “se impone la llamada 'visión moderna del mundo' (Bultmann), que se convierte en el criterio de cuanto sería posible o imposible”, afirmando que “todo es como siempre, que todos los acontecimientos históricos son del mismo tipo”, con lo que “se excluye precisamente la novedad del Evangelio, se excluye la irrupción de Dios, la verdadera novedad que es la alegría de nuestra fe”.

Sin embargo, el Papa quiso “desmitificar” estas teologías “a la moda”, siguiendo su propia experiencia.

“Yo comencé a estudiar teología en enero de 1946, y he visto por tanto a tres generaciones de teólogos, y puedo decir: las hipótesis que en aquel tiempo, y después en los años 60 y 80 eran las más nuevas, absolutamente científicas, absolutamente casi dogmáticas, ¡con el tiempo han envejecido y ya no valen! Muchas de ellas parecen casi ridículas”, afirmó.

Por ello, invitó a los teólogos a “no tener miedo al fantasma de la cientificidad”, a tener el coraje de “no someterse a todas las hipótesis del momento, sino de pensar realmente a partir de la gran fe de la Iglesia, que está presente en todos los tiempos y que nos abre el acceso a la verdad”.

Especialmente, subrayó la importancia de “no pensar que la razón positivista, que excluye lo trascendente – que no puede ser accesible – sea la razón verdadera. Esta razón débil, que presenta sólo las cosas experimentables, es realmente una razón insuficiente”.

“Nosotros teólogos debemos usar la razón grande, que está abierta a la grandeza de Dios. Debemos tener el valor de ir más allá del positivismo a la cuestión de las raíces del ser”, añadió.

Teología por amor

Existe también “una teología que quiere conocer más por amor al amado, está estimulada por el amor y guiada por el amor, quiere conocer más al amado. Y esta es la verdadera teología, que viene del amor de Dios, de Cristo, y quiere entrar más profundamente en comunión con Cristo”, explicó el Papa.

“La formación es muy importante. Pero debemos ser también críticos: el criterio de la fe es el criterio con el que ver también a los teólogos y las teologías”, subrayó.

El Pontífice recomendó tanto a sacerdotes como a seminaristas, consultar a menudo el Catecismo de la Iglesia Católica: “aquí vemos la síntesis de nuestra fe, y este Catecismo es verdaderamente el criterio para ver donde va una teología aceptable o no aceptable”.

En este sentido, pidió a los presentes que sean “críticos en el sentido positivo”, es decir, “críticos contra las tendencias de la moda y abiertos a las verdaderas novedades, a la profundidad inagotable de la Palabra de Dios, que se revela nueva en todos los tiempos, también en nuestro tiempo”.

Por último, el Papa invitó a los sacerdotes a “tener confianza en el Magisterio permanente de la comunión de los obispos con el Papa”.

Por ello recordó que la Sagrada Escritura “no es un libro aislado: está vivo en la comunidad viva de la Iglesia, que es el mismo sujeto en todos los siglos y que garantiza la presencia de la Palabra de Dios”.

“El Señor nos ha dado a la Iglesia como sujeto vivo, con la estructura de los obispos en comunión con el Papa, y esta gran realidad de los obispos del mundo en comunión con el Papa nos garantiza el testimonio de la verdad permanente”.

“Hay abusos, lo sabemos, pero en todas partes del mundo hay muchos teólogos que viven verdaderamente de la Palabra de Dios, se nutren de la meditación, viven la fe de la Iglesia y quieren ayudar para que la fe esté presente hoy día. A estos teólogos quisiera decir un gran 'gracias'”, concluyó.

COMIENZAN LOS CURSILLOS DEL AÑO 2010, en la Diócesis de Los Angeles.


Recuperados ya del trauma del gran terremoto, hemos salido a pescar en alta mar. Vienen los primeros cursillos del año, para que tu tires las redes y conquistes corazones para el Señor. Aquí tienes las fechas de los primeros cursillos:

17 al 20 de junio de 2010 CURSILLO DE HOMBRES

01 al 04 de julio CURSILLO DE MUJERES

LA PEDAGOGÍA DEL CURSILLO




Queridos Hermanos:

Les entrego este artículo muy interesante que nos habla sobre la pedagogía del Cursillo, sobre el estilo incisivo, alegre y esperanzador . Es bueno leer también para cuando demos temas en las Ultreyas, y para saber cual es el ambiente que debemos propiciar . Veamos:


A. Pedagogía del Cursillo.

La finalidad de la pedagogía del Cursillo es ayudar a crear un clima que facilite el encuentro con el Señor, orillando los escollos y obstáculos que pudieran impedir la llegada del Mensaje a la cabeza y al corazón del cursillista e intentando cortar los lazos que lo esclavizan, impidiendo una opción libre y consciente (217).


El aspecto principal de esta técnica y de esta pedagogía radica en la estructuración doctrinal. Una estructuración sistemática de una serie de verdades que se orientan a la consecución de un fin concreto. No se trata de presentar un curso teológico completo, sino una síntesis viva de la fe y de la vida cristiana que propicie con y por la gracia de Dios la conversión personal por el encuentro con Cristo, que da sentido a la vida y se convierte en su centro ordenador (218).

Otro aspecto importante es el contacto personal entre los miembros del equipo de dirigentes - sacerdotes y seglares- y los cursillistas. Es imprescindible conectar en profundidad con la persona para poder conocerla, entenderla y acompañarla en su proceso de encuentro con Dios y con el hermano. Todo se ha de hacer con prudencia y sentido de la oportunidad. Todo ello con el fin de que recorra el camino que ha de recorrer (219).

Un tercer aspecto de esta técnica consiste en el lenguaje, las ideas-fuerza y el estilo (220). Un lenguaje sencillo, vivo, actual en cada momento, que sea perfectamente comprensible para el auditorio, que se adapte al oyente y evite toda grandilocuencia vana. Lenguaje utilizado con propiedad y precisión, pero con adaptación para que sea inteligible a todos.

Ideas-fuerza que sintetizan en fórmulas breves y profundas el ideal cristiano que se está presentando y que se debe grabar en lo más profundo del corazón. Fórmulas fáciles de captar que se van repitiendo como slogans durante el Cursillo de modo que penetren y enraícen en el corazón.

Un estilo incisivo y directo. Un estilo actual, sincero y realista. Un estilo valiente, jubiloso y encarnado.

Incisivo y directo. Sin rodeos ni eufemismos que disfracen la contundencia de la palabra o la fuerza de la vida misma.
Actual. Porque se actualiza incesantemente, porque está en constante renovación y eso le da una vigencia ininterrumpida.
Sincero. Sin fingimientos, sin dobles caras, sin reparar en las apariencias. Buscando la autenticidad y la coherencia de vida.
Realista. Sin caer en convencionalismos típicos. Con llaneza y naturalidad. Llamando a las cosas por su nombre.
Valiente. Audaz y decidido, con la osadía del que confía en quien no puede defraudar, con la intrepidez del que se sabe depositario de una misión insustituible en un mundo a menudo hostil y siempre tendente a la mediocridad.
Jubiloso. Con un gozo que se manifiesta y exterioriza, que desborda fruto de un estado de ánimo alegre consecuencia del equilibrio y la seguridad interior que dan la posesión de la verdad y la entrega al servicio de la Iglesia.
Encarnado. Un estilo cristiano encarnado en la realidad. Lejos del espiritualismo distante y distanciado del típico "beato". Inserción profunda en la vida de la calle, en la vida que rodea a cada uno, en la que cada uno está inmerso. Conectar con el hombre, compartir sus inquietudes, comunicar en profundidad con ellos, no de arriba a abajo, sino en el mismo plano. Una encarnación que brota de la propia realidad bautismal que vive el laico, y que le constituye en agente de evangelización, con entidad propia, y no como una especie de clérigo de segunda.

Como cuarto aspecto de esta pedagogía destacamos el clima que se debe vivir en el Cursillo (221). Para que funcione y alcance la eficacia pretendida es muy importante que se dé el clima adecuado. Aquí la técnica consiste en la estructuración de las circunstancias, que no significa someter a los cursillistas a toda un serie de trucos o reacciones psicológicas, sino hacerles vivir en la verdad y de la verdad dentro del clima más propio para que esta verdad cale hondamente en el alma... (222).

Este clima está compuesto de sencillez y sinceridad, de naturalidad y espontaneidad, y sobre todo de cordialidad y alegría, que desembocarán en unos lazos profundos e intensos de amistad.

Este clima ambiental se va alcanzando a través de unos medios determinados como son los chistes, las bromas, los cantos, así como en otro orden el diálogo profundo, el compartir tareas ... Los chistes y bromas distensionan el ambiente. Los cantos relajan, entretienen y enardecen. El compartir tareas de pequeños servicios, acerca. El diálogo a fondo, une. Éstos y otros medios, sobre todo, disponen positivamente a la recepción, a la comunicación, de modo que personas que no se conocían previamente viven un clima de amistad verdadera y de mutua apertura interior.

Estos medios se manejan y controlan convenientemente para evitar posibles excesos de forma y sobre todo en base a la delicadeza con las personas, para que nadie se pueda sentir herido o molesto en ningún momento, sino que reine la armonía y la caridad.

El clima se caracteriza sobre todo por la alegría. Ésta, es propia del cristiano convencido y es consecuencia del encuentro del hombre con la verdad. La alegría ensancha el corazón y dispone para la relación interpersonal. El clima de alegría es consecuencia de la alegría que tienen las personas que inciden en ese clima. En unos será consecuencia del equilibrio vital fruto de una integración personal desde la fe, que da sentido y plenitud a sus vidas. En otros será fruto de la superación de dificultades, de problemas, del sentido vital que se va descubriendo, del camino futuro que se va vislumbrando hacia Dios como meta en compañía de los hermanos, conviviendo con ellos y compartiéndolo todo.

Los medios que propician este clima se procura que discurran por cauces de normalidad psicológica en su utilización. No se trata ni se pretende un lavado de cerebro del que asiste al Cursillo, injustificable siempre aunque pretendiese los fines mejores. Simplemente se trata de allanar los prejuicios del camino para que la persona pueda recibir el mensaje con más luz y desde una mayor objetividad, y para que ofrezca una mayor docilidad a la gracia de Dios.

ESTA ES LA NOCHE, EN QUE CRISTO HA VENCIDO A LA MUERTE


¿ Por qué buscan entre los muertos al que Vive?...... ¡Ha Resucitado!

(Las mujeres fueron muy de mañana al sepulcro.....y no encontraron a Jesús, pues había resucitado. Y luego se apareció a muchos, comió con los discípulos, les entregó su amor, sus promesas, y se fue al cielo.)

Necesitamos dar fe de nuestra esperanza. Necesitamos gritar al mundo que Jesús ha resucitado. Pero necesitamos hacerlo todos los días, para anunciar al mundo que el Reino de los Cielos ha llegado ya.
¡Vayan, anuncien esta verdad....miren que Jesús nos prometió que estaría con nosotros todos los días, hasta el fin de este mundo.

¡¡¡¡¡ALELUYA....JESÚS HA RESUCITADO!!!!!!!

EL MISTERIO DEL AMOR DE DIOS EN LA CRUZ

PARE Y LEA, POR FAVOR


Palabras del santo Padre en Semana Santa:

Queridos hermanos y hermanas,en oración, con ánimo recogido y conmovido, hemos recorrido esta noche el camino de la Cruz. Con Jesús hemos subido al Calvario y hemos meditado sobre su sufrimiento, redescubriendo cuán profundo es el amor que él ha tenido y tiene por nosotros.Pero en este momento no queremos limitarnos a una compasión dictada sólo por nuestro débil sentimiento. Queremos más bien sentirnos partícipes del sufrimiento de Jesús, queremos acompañar a nuestro Maestro, compartiendo su Pasión en nuestra vida, en la vida de la Iglesia, para la vida del mundo; porque sabemos que precisamente en la cruz, en el amor sin límites que se entrega totalmente, está la fuente de la gracia, de la liberación, de la paz, de la salvación.Los textos, las meditaciones, las oraciones del Vía Crucis nos han ayudado a mirar este misterio de la Pasión, para aprender la inmensa lección de amor que Dios nos dio en la cruz, para que nazca en nosotros un renovado deseo de convertir nuestro corazón, viviendo cada día el mismo amor, la única fuerza capaz de cambiar el mundo.Esta noche hemos contemplado a Jesús en su rostro lleno de dolor, burlado, ultrajado, desfigurado por el pecado del hombre, mañana por la noche lo contemplaremos en su rostro lleno de alegría, radiante y luminoso. Desde que Jesús fue colocado en el sepulcro, la tumba y la muerte ya no son un lugar sin esperanza donde la historia se cierra con el fracaso más completo, donde el hombre toca el límite extremo de su impotencia. El Viernes Santo es el día de la esperanza más grande, la madurada en la cruz, mientras Jesús muere, mientras exhala su último suspiro gritando: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lc 23, 46). Entregando su existencia, donada a las manos del Padre, sabe que su muerte se convierte en fuente de vida. Como la semilla en la tierra tiene que deshacerse para que la planta pueda crecer. Si el grano de trigo caído en tierra no muere permanece solo, en cambio si muere da mucho fruto. Jesús es el grano de trigo que cae en la tierra, se deshace, se rompe, muere y por esto puede dar fruto. Desde el día en que Cristo fue alzado en ella, la cruz, que parece ser el signo del abandono, de la soledad, del fracaso, se ha convertido en un nuevo inicio. De la profundidad de la muerte se alza la promesa de la vida eterna, sobre la cruz brilla ya el esplendor victorioso del alba del día de la Pascua.En el silencio que envuelve esta noche, en el silencio que envuelve el Sábado Santo, tocados por el amor sin límites de Dios, vivimos en la espera del alba del tercer día, el alba de la victoria del amor de Dios, el alba de la luz que permite a los ojos del corazón ver de modo nuevo la vida, las dificultades, el sufrimiento. Nuestros fracasos, nuestras desilusiones, nuestras amarguras que parecen marcar el derrumbe de todo, quedan iluminados por la esperanza. El acto de amor de la cruz confirmado por el Padre y la luz fulgurante de la resurrección, lo envuelve y lo transforma todo. De la traición puede nacer la amistad, de la renegación el perdón, del odio el amor. Concédenos, Señor, llevar con amor nuestra cruz, nuestras cruces cotidianas, en la certeza de que éstas están iluminadas con el fulgor de tu Pascua. Amén.[Transcripción realizada por Mirko Testa; traducción del italiano por Inma Álvarez]

POR QUE DIOS PERMITIO EL TERREMOTO?


“Si Dios permite el sufrimiento, es por un bien más grande”, dice el Papa
En la introducción al rezo del Ángelus del domingo


CIUDAD DEL VATICANO, domingo 7 de marzo de 2010 (
ZENIT.org).- Dios no quiere el mal de sus hijos, y si permite el sufrimiento – que debe representar siempre un momento de reflexión y conversión – es solo de cara a un bien más grande. Así lo afirmó Benedicto XVI hablando ante miles de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro para el tradicional Ángelus del domingo.
De vuelta a su visita a la parroquia romana de San Juan de la Cruz en el Colle Salario, el Papa se asomó a mediodía desde la ventana de su estudio privado para la oración, y para ofrecer algunos puntos de reflexión sobre las lecturas dominicales.

En su comentario, el Papa partió del relato bíblico de la zarza ardiente, recordando que Dios invitó a Moisés a “tomar conciencia de su indignidad” mandándole que se quitara las sandalias.
“Dios – dijo el Papa – se manifiesta de diversas formas también en la vida de cada uno de de nosotros”, pero “para poder reconocer su presencia es necesario que nos acerquemos a él conscientes de nuestra miseria y con profundo respeto”.
Retomando después las lecturas del Evangelio de hoy, sobre el asesinato de algunos Galileos por orden de Poncio Pilato y el derrumbe de una torre sobre algunos viandantes, el Papa subrayó que “frente a la fácil conclusión de considerar el mal como efecto de un castigo divino, Jesús restituye la verdadera imagen de Dios, que es bueno y que no puede querer el mal”.
Al contrario, prosiguió el Pontífice, “poniendo en guardia contra el pensar que las desgracias sean el efecto inmediato de las culpas personales de quien las padece”, Jesús invita “a hacer una lectura distinta de estos hechos, colocándolos en la perspectiva de la conversión”.
De hecho, observó, “las desgracias, los acontecimientos trágicos” deben “representar ocasiones para reflexionar, para vencer la ilusión de poder vivir sin Dios”, y para reforzar, con la ayuda del Señor, el compromiso de cambiar de vida”.
Con todo, prosiguió el Papa, “la posibilidad de conversión exige que aprendamos a leer los hechos de la vida en la perspectiva de la fe, es decir, animados por el santo temor de Dios”.
“Ante sufrimientos y lutos, la verdadera sabiduría es dejarse interpelar por la precariedad de la existencia” y “leer la historia humana con los ojos de Dios, el cual, queriendo siempre y solo el bien de sus hijos, por un designio inescrutable de su amor, a veces permite que sean probados por el dolor para conducirlos a un bien más grande”.
Al concluir el Ángelus, el Papa se dirigió a los peregrinos franceses presentes en la Plaza de San Pedro, expresando su propia cercaníaa cuantos han sufrido a causa de Xynthia, la tempestad que se abatió hace pocos días sobre el sur de Francia, matando a 53 personas y provocando ingentes daños materiales.
“¡Que la Virgen María – concluyó – ayude a todas las familias, sobre todo a aquellas que están en dificultades, para que no desesperen nunca del amor de su Hijo!”

LA CUARESMA: 40 DIAS PARA ENCONTRARSE CON DIOS


CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 21 febrero 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI propuso este domingo el tiempo litúrgico de la Cuaresma como una oportunidad para volver a dar el lugar que Dios se merece en la propia vida.En el tradicional encuentro de mediodía con miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, el pontífice presentó estos cuarenta días como una "competición" espiritual en la que el creyente debe aprender a utilizar tres armas de la fe: "la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la penitencia".Hablando desde la ventana de su estudio, el Santo Padre meditó sobre el pasaje evangélico de la liturgia de ese domingo, en el que Lucas (4,1-13) narra las tentaciones de Jesús en el desierto. "Es evidente la insistencia en que las tentaciones no fueron un accidente de camino, sino la consecuencia de la opción de Jesús de seguir la misión confiada por el Padre de vivir plenamente su realidad de Hijo amado, que confía plenamente en Él". "Jesús vino al mundo para liberarnos del pecado y de la fascinación ambigua de programar nuestra vida prescindiendo de Dios. Él no lo hizo con proclamaciones altisonantes, sino luchando en primera persona contra el Tentador, hasta la Cruz". Según el pontífice, "este ejemplo es válido para todos: podemos mejorar el mundo comenzando por nosotros mismos, cambiando, con la gracia de Dios, lo que no está bien en nuestra vida". Tras recorrer una a una las tres tentaciones, el pontífice exhortó a los creyentes a creer en Dios: "¡No tenemos que hacer de Dios 'materia' de 'nuestro experimento'!". Por el contrario, "si tenemos confianza en Dios, podemos rechazar todo tipo de engaños del Tentador".La Cuaresma, el período que concluirá con el Triduo Sagrado de Pascua, "es como un largo 'retiro' durante el que debemos volver a entrar en nosotros mismos y escuchar la voz de Dios para vencer las tentaciones del Maligno y encontrar la verdad de nuestro ser", aseguró el Santo Padre."Podríamos decir que es un tiempo de 'competición' espiritual que hay que vivir con Jesús, sin orgullo ni autosuficencia, más bien utilizando las armas de la fe, es decir, la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la penitencia", añadió. Antes de despedirse de los fieles, hablando en español, el Papa aseguró que "en este inicio del itinerario cuaresmal, la liturgia nos va introduciendo poco a poco en un clima de mayor austeridad y recogimiento para propiciar en los fieles una reflexión profunda sobre el fin último de nuestra existencia y su dimensión eminentemente sobrenatural". "Es Cristo el que se nos ofrece como única riqueza que perdura, como el verdadero alimento de vida eterna y la plenitud para nuestras almas".

EN FEBRERO DE 2008 FALLECIÓ EDUARDO BONNIN: " UN APRENDIZ DE CRISTIANO"


Eduardo Bonnín Aguiló. Nació en Palma de Mallorca el 4 de Mayo de 1917 en la casa residencia familiar, donde hoy está ubicado el bar Niza en el seno de una familia católica dedicada al comercio y exportación semimayorista de granos y frutos secos.Era el segundo de 10 hijos del matrimonio D. Fernando Bonnín Piña y Dª Mercedes Aguiló Forteza.Sus primeros estudios fueron en la Escuela Francesa, en el colegio de La Salle y su formación intelectual se dio con los Padres Agustinos, y sobre todo con profesores que sus padres contrataban en su domicilio.Pero Eduardo decía que el primer profesor que tuvo en su vida fue su abuelo Jorge. Él fue quien le inculcó el amor por la lectura. Eduardo estaba convencido de que: “nada influyó en mí tanto como el obstinado y siempre creciente interés por la lectura”.En 1936, tuvo una experiencia determinante en su vida: el servicio militar obligatorio, Lejos del hogar, simultáneamente entraron en su vida dos fuentes de conocimiento contrapuestas: la realidad, a través del contacto directo con el hombre profano del batallón, y el idealismo, a través de sus libros.Providencialmente cae en manos de Eduardo el texto de un discurso que Pío XII había dado a los párrocos y cuaresmeros en Roma. Fue el 6 de febrero de 1940. El santo padre impulsa a buscar caminos “nuevos”, diferentes a los habituales, para hacer que todos, pero muy especialmente los alejados conozcan el Amor de Dios.Tres principios se convierten en las directrices básicas del pensamiento de Eduardo: el amor de Dios, La amistad y La persona, especialmente los alejados.En 1943 en el Santuario de Lluch, Eduardo participó en el segundo “Cursillos de jefes de Peregrinos” porque le convencieron. Vio que el mensaje estaba bien, los servidores del mensaje le parecían muy aburridos y dijo que eso se tenía que airear. No era solamente para ir a Santiago para lo que había que preparar a los asistentes, sino para la vida.El momento crucial de la génesis de los Cursillos de Cristiandad es la fase inmediatamente posterior a aquella Semana Santa de 1943, en que Eduardo relaciona lo vivido en el Cursillo de Peregrinos con sus inquietudes personales más profundas y con su experiencia catalizadora de los ambientes descristianizados. Llegó a la conclusión de que algo a la vez similar y diferente de aquel Cursillo de Jefes de Peregrino, podría conseguir dinamizar en cristiano no sólo un acontecimiento determinado-como la Peregrinación a Santiago-, sino la vida normal y diaria de los ambientes reales y concretos.De esta inquietud surge un texto-el esquema “Estudio del Ambiente”-que elaboró Eduardo este mismo año de 1943, y que expuso en público por primera vez en el Seminario Diocesano de Mallorca.En este clima, y proyectando a la realidad su esquema de Estudio del Ambiente, Eduardo pensó y elaboró-desde se experiencia del Cursillo de jefes de Peregrino- todo un método que sirviera para fermentar en cristiano las personas y ambientes “alejados”, y para revitalizar en profundidad los más próximos.Quizás el punto de inflexión en su actitud la marcara la intervención que tuvo Eduardo por invitación de Gayà, en 1944, en la “Escuela de Propagandistas” que este último dirigía, y en la que Eduardo expuso el esquema que había preparado como tema final de “su” método, el que pasaría a integrar el rollo de “Cursillista más allá del Cursillo.Se celebró el primer Cursillo según los esquemas de Eduardo en un “chalet” de cala Figuera de Santany, en Mallorca, entre el 20 y el 23 de agosto de 1944.El Director Espiritual de este primer Cursillo de Cristiandad de la historia fue el Reverendo D. Juan Juliá, actuando de “rector” Eduaro Bonnín y de “profesores” Jaime Riutord y José Ferrgut.Aquel encuentro tuvo ya todos los elementos esenciales del Cursillo de Cristiandad, con la excepción del primer y el último de los temas tratados, que no se conformaran definitivamente en el método hasta la década de los 50.Eduardo a afirmado muchas veces que desde este cursillo de Cala Figurera, en todos los demás ha seguido utilizando físicamente los mismos esquemas, materialmente los mismos papeles, queriendo así certificar que aquel fue íntegramente un auténtico Cursillo.El segundo Cursillo de Cristiandad (aunque entonces solamente se llamaban Cursillos, a secas), tuvo lugar en el Santuario de San Salvador, en Felanitx, también en la zona sur de la isla, como el anterior, se celebró en septiembre de 1946, actuando de Director Espiritual nuevamente D.Juan Juliá; de “rector”, el propio Eduardo Bonnín; y de profesores, Antonio Ruíz y Guillermo Estarellas, dos dirigentes juveniles de Acción Católica.Al acto de clausura del Cursillo de 1946 asistió ya el Consiliario diocesano Sr. Dameto, en lo que constituyó sin duda el primer espaldarazo que la iglesia diocesana, como tal, dio al nuevo sistemaEl tercer Cursillo de la historia se celebró en 1947, del 16 al 20 de abril, dirigido espiritualmente por D .José Estelrich, con Eduardo Bonnín de rector y un solo profesor, José Seguí.En 1948 fueron dos los cursillos que se impartieron con el nuevo método, y en fechas muy próximas entre sí. El primero de ellos se dio en Semana Santa, y en él dirigió el “retiro espiritual” el Padre Amengual y asumió la dirección espiritual el Padre Bartlomé Nicolau, mientras actuó de rector José Ferragut, integrando su equipo de profesores Eduardo Bonnín, Bartolomé Riutort y Juan Mir.El siguiente Cursillo tuvo lugar en el mes de abril, también de 1948, bajo la dirección espiritual compartida de D. José Estelrich y D. Miquel Sastre, siendo su rector nuevamente Eduardo Bonnín, y profesores Onofre Arbona y Antonio Salvá.Los Cursillos de Cristiandad empezaron en agosto de 1944 y se oficializaron y enumeraron a partir del celebrado el 7 de enero de 1949.Dicho “cursillo nº 1” tuvo por Director Espiritual a D. Guillermo Payeras y por rector a Eduardo Bonnín.La aceleración histórica que se produjo en 1949 obligó a Eduardo a reflexionar nuevamente en profundidad, para que la afluencia y la cantidad de cursillistas no impidiera la sedimentación de esos grupos de amistad que consideraba ya desde 1944 como lo más esencial del poscursillo. De esta reflexión surgió casi de inmediato el diseño metodológico de la “reunión de grupo”.La asamblea anual de 1949, que tuvo lugar en noviembre, incluyó una ponencia sobre Grupos, que zanjó definitivamente la cuestión, incorporando la reunión de grupo semanal como elemento específico y esencial del método.La semilla de cursillos se ha expandido por el mundo y Eduardo ha ido tras ella, fertilizando y fermentando los ambientes en los que está llamada a crecer. “No tengo un cuenta kilómetros en los pies” es algo que le gustaba decir a Eduardo para no repasar el itinerario internacional de su vida y para escabullirse de la significación que le daba el haber proclamado el Evangelio. Eduardo estuvo tres veces en China. En 1966 viajó a Brasil, Nueva York y Perú; en el 67 a Bolivia, Costa Rica, Miami y participó el la III Convivencia Nacional de Dirigentes en Guadalajara. El 4de mayo de 1968 acudió a la Ultrella de Fátima…En 1998, después de una década, regresó a Chile y llegó hasta Tuvulú, Santiago, Valparaíso y Termuco. También este año viajó a Bolivia, Guatemala, México y estuvo en Rávena y Padua…En los cinco continentes hay constancia del fermento que ha producido esta semilla.Después de toda una vida dedicada al amor a Dios y a las personas, estando siempre contento, pero no satisfecho, como decía él.El día 6 de Febrero de 2008 fallece Eduardo, fue enterrado en la iglesia de los Capuchinos y en su tumba reza lo que él siempre dijo que era: Un Aprendiz de Cristiano.
(De : Cursillos de Cristiandad de Temuco, Facebook)

MISIÓN CONTINENTAL, REUNION DE TRABAJ

Monseñor Felipe Bacarreza y Padre Eduardo Riquelme

El Sábado 23 de enero, desde las 08,30 horas, una delegación de DIRIGENTES DE CURSILLOS DE CRISTIANDAD de la Diócesis de Los Ángeles, se reunirán en la Casa de Retiros "Adveniat", para trabajar el tema de la MISIÓN CONTINENTAL, con el Obispo de la Diócesis, Monseñor Felipe Bacarreza Rodriguez, y el Padre Eduardo Riquelme. Se espera una concurrencia de alrededor de 200 hermanos y hermanas, provenientes de los distintos movimientos eclesiales. La jornada culminará a las 16,30 horas, luego de un almuerzo fraterno, al que le seguirán las conclusiones del trabajo realizado.

EL SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN, SACRAMENTO DE VIDA

¡¡¡Si pudiesemos valorar la grandeza de éste Sacramento!!!!!



El abad acababa de entrar a su oficina. Abrió la agenda con el programa del día.

9.00, reunión con el consejo del monasterio.
10.30, reunión de sacerdotes del sector.
12.30, reunión con los administradores de la zona.
15.00, reunión del obispo con los agentes de pastoral.
17.30, reunión para planeación de la catequesis.

Sonó el timbre de la sacristía. El abad estaba colocando varios papeles en su sitio, cuando se acercó el hermano portero.

"Ha llegado una señora anciana con un chico joven. Quieren hablar con un sacerdote".

"Diles que estamos ocupados, que vengan más tarde".

El portero se retira. A las 8.45, el abad se dirige a la sala de reuniones. Tiene que pasar por la sacristía. Allí seguían, en pie, la señora y el joven.

"Padre, perdone nuestra insistencia. ¿Podemos hablar un momento con usted?"

"Buenos días, buenos días. Perdonen, es que tengo un poco de prisa. Ahora debo ir a una reunión, y toda la mañana y la tarde voy a estar ocupado. ¿No pueden venir más tarde, cuando encuentren algún sacerdote libre?"

"Padre, es que llevo más de un año con deseos de confesarme. Nunca encuentro a un sacerdote en la iglesia, o si lo encuentro están siempre muy ocupados. Pero hoy no puedo dejar pasar más tiempo. Convencí a mi nieto para que viniese a confesarse o, al menos, a hablar un rato con un padre. Quizá es el momento de Dios, no habría que dejar pasar más tiempo. ¿No le parece?"

El padre abad sintió un poco de pena, pero es que las reuniones son tan importantes, y estaban programadas desde hacía tanto tiempo…

"Mire, señora, seguro que hacia mediodía encontrarán otro padre. El ecónomo salió de compras, el administrador ahora viene conmigo. El encargado de catequesis lleva unos días fuera en cursillos de actualización, pero cuando regrese estoy seguro de que les recibirá con mucho gusto".

"Padre, por favor, mi nieto está aquí ahora, pero a mediodía tiene que irse. ¿No es posible hacer algo, encontrar a alguien?"

El padre abad notó dentro de sí un movimiento de impaciencia. Tenía prisa. El reloj marcaba las 8.55. Pero había que mostrarse educado.

"Señora, lo siento… Seguro que habrá otra oportunidad… Quizá cuando vuelva su nieto, otro día…"

Como la señora hizo un gesto de insistencia, el padre decidió escapar directamente por la iglesia, para llegar más rápido a la sala de reuniones.

Al pasar por la capilla del Sagrario, hizo la genuflexión. Algo dentro de sí le dejó triste e inquieto. Como si Cristo le susurrase al corazón: "¿Vas a dar más importancia a las reuniones que a unas personas que han llegado aquí para pedir ayuda? ¿Para eso te escogí sacerdote?"

Fue como una lanzada profunda. Unas lágrimas asomaron por sus ojos. Repitió la genuflexión, y fue otra vez a la sacristía.

La señora y el joven estaban a punto de salir por la puerta lateral. El abad les dijo en voz alta: "Esperen, creo que hay una solución. Vuelvo en seguida".

Volvió al despacho y llamó al portero. "Cancela todas las citas que tengo en la mañana. Están anotadas aquí, en la agenda".

"Pero, padre, si ya el consejo está reunido para la reunión".

"Ahora hay algo más importante. Luego explico a todos lo que ha pasado".

Fue a la iglesia y se dirigió al confesionario de la izquierda. Daba pena verlo tan solo, tan triste, tan sucio. Rompió una telaraña y sacudió el polvo. Volvió a la sacristía y llamó a la señora y al nieto.

La luz del confesionario se encendió. ¡Todavía funcionaba! Tenía dudas el padre abad, pues desde hacía mucho tiempo que no se usaba ese lugar para lo que fue construido: para confesar…

Entró primero el joven. Estuvo tiempo, mucho tiempo, tranquilo, sin prisas. ¿Conversó o se confesó? Dios lo sabe. Pero el joven salió distinto, con una sonrisa como pocas veces se le había visto en los últimos meses. Al despedirse del padre abad, le dijo: "¿Sabe? Es la primera vez en mi vida que hablo con un sacerdote".

Luego entró la señora anciana. Quería estar poco tiempo, confesarse rápido, pues pensaba que el padre tendría mucha prisa. Pero se sintió extrañamente acogida, con más cariño que nunca. El padre abad le dedicó tiempo, mucho tiempo, como si ella fuese la persona más importante del mundo.

En la capilla del Sagrario, Jesús estaba muy feliz. Porque un sacerdote había recordado que lo más importante es cuidar a las ovejas. Y porque dos almas, de edades y mentalidades muy diferentes, habían tenido la ocasión de recibir una nueva señal del cariño inmenso que Dios tiene por cada uno de sus hijos.


¿REUNIONES O CONFESIONES? Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net. Especial para los sacerdotes.
Historia (imaginada) de un sacerdote que recordó que lo más importante es cuidar a las ovejas.
Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net

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