EDUARDO BONNIN...SU TESTAMENTO



“MI TESTAMENTO ESPIRITUAL”: Eduardo Bonnín
Todo lo que se ha venido exponiendo en capítulos anteriores sobre el Carisma del Movimiento de Cursillos de Cristiandad se desprende del tan trascendente como esencial documento, “MI TESTAMENTO ESPIRITUAL”, que Eduardo Bonnín otorgó en los últimos días de su vida terrenal para conocimiento de todos. Del mismo se ofrecen estas páginas en resumen. "Aquella idea que se nos metió en el alma cuando teníamos 20 años, no era una quimera, ni un capricho de juventud, ni una exaltación propia de la edad, sino un plan del Espíritu de Dios" (Eduardo Bonnín. Roma 2000) “MI TESTAMENTO ESPIRITUAL” Eduardo Bonnín (resumen) El conocimiento del Movimiento de Cursillos de Cristiandad es el más importante de los bienes que poseo y creo que lo mejor que puedo legar a los que vengan después de mí, es dejar escrito y pormenorizado en qué consiste, cual es su finalidad y cuáles son los objetivos que debe perseguir dicho Movimiento, que no es sino tratar de conseguir que la Buena Nueva del Evangelio, llegue a los más posibles, y preferentemente a los más alejados. La idea germinal de Cursillos nació del choque que se produjo en mí, al enfrentarse en mi persona la educación que había recibido en el hogar familiar, con el que se vivía en el cuartel, cuando me incorporé, a mis 18 años, al servicio militar, que duró 9 años. Allí se valoraban y se vivían unos valores completamente diferentes y opuestos a los que habían sido para mí norte y guía desde mi juventud. Los más tenían un concepto errado y temeroso de la religión. Para ellos la religión era una serie de prohibiciones que les obstaculizaban su vivir y que les impedían emplear a su antojo la libertad de que podían disfrutar, especialmente entonces al vivir lejos de su entorno familiar. Por la noche, a la vuelta al cuartel, eran en extremo interesantes sus conversaciones, todas ellas casi siempre girando alrededor de sus frecuentes incursiones en los ambientes de vicio. Traté de saber cómo era la gente y de profundizar en lo nuclear del cristianismo. Mis ganas de leer se centraron en los libros cuyos autores estaban en la cresta de la ola de lo cristiano: Hugo y Karl Rahner, el P. Plus, el matrimonio Maritain, Leon Bloy, Van der Meer de M., Gustave Thibon, Eric Fromm, Jacques Leclerc, etc. Llegó a mis manos un libro titulado "S.S.Pio XII y la Acción Católica", donde dice textualmente, "De este doble aspecto de su pueblo es deber del párroco formarse una rápida y ágil mirada un cuadro claro y minuciosamente detallado, diríamos topográficamente, calle por calle, es decir, por un lado, de la población fiel y señaladamente de sus miembros más elegidos, de los que pudiera sacar los elementos para promover la Acción Católica; y por el otro, de los grupos que se han alejado de la práctica de la vida cristiana. También éstas son ovejas pertenecientes a la parroquia, ovejas descarriadas; y también de éstas y aún de ellas particularmente, sois guardianes responsables, dilectísimos hijos; y como buenos pastores no debéis esquivar trabajo ni esfuerzo para buscarlas, para ganarlas de nuevo, ni concederos reposo hasta que todas encuentren asilo, vida y alegría, en el retorno al redil de Jesucristo". (Discurso a los párrocos y cuaresmeros de Roma, 6 Febrero 1940). Este escrito me llevó a la resolución de que lo más importante para empezar era poder contar con un "detallado estudio" de la situación dada, conclusión que me llevó a estudiar cada una de las constelaciones de individuos existentes en mi mundo y en la Iglesia que yo conocía. Después también me pareció necesario observar cada una de las individualidades, por separado intentando tener una idea de cómo era el joven soldado, el joven estudiante, el joven obrero, el joven universitario, el joven oficinista, etc. para poder tener una idea lo más real posible de la realidad. De todo esto, el año 1943, nació el "Estudio del Ambiente", principio y origen de todo lo que vino después. Yo no pertenecía a la A.C., pero frecuentaba sus reuniones y después me dieron el cargo de Presidente del Consejo Diocesano de los Jóvenes. La Rama de los Jóvenes de A.C. estaba entregada en preparar la Peregrinación a Santiago de Compostela. El Presidente Nacional, Manuel Aparici, había lanzado la idea de reunir en Santiago 100.000 jóvenes que vivieran en gracia de Dios. Y los Dirigentes del Consejo Superior dedicaban sus vacaciones de Navidad y Pascua para recorrer los Consejos Diocesanos de España, con el fin de entusiasmar a los jóvenes para la gran cita de Compostela. Y lo hacían dando unos cursillos a los que daban el nombre de Cursillos de Adelantados de Peregrinos, buscando candidatos en los centros parroquiales y en los Consejos Diocesanos. Asistí al segundo, que se realizó en la Semana Santa de 1943. Me gustó el clima de compañerismo que allí se respiraba y el ánimo y el talante alegre con que se exponían las lecciones o conferencias. De estos cursillos aprendí mucho y sobre todo descubrí la solución de lo que desde siempre me había preocupado, que era el cómo conseguir explicar las ideas que quería contagiar a los demás para darlas a conocer con alguna posibilidad de eficacia, y me di cuenta que lo que desde siempre había sido mi preocupación dominante se solucionaba tratando de reunir a la gente en régimen cerrado y aislado y que ésta era la mejor manera de lograr conseguir lo que yo buscaba. Allí aprendí que debía reunirse la gente por grupos, hacer periódicos murales, lograr que intervinieran los más posibles. Todo esto lo descubrí en aquellos cursillos. Lo que no me gustaba era que duraran una semana, pues pensé que en ese plan se podía conseguir tan sólo un auditorio muy limitado: los estudiantes en Navidad, Pascua y verano o los que estuvieran dispuestos a vivir esta experiencia empleando unos días de sus vacaciones. Después de mucho rezar y buscar quien rezara, pensar, planear, estructurar, reunir y seleccionar una vez más el material acumulado en fichas, en notas y en libros subrayados, reunimos unos cuantos candidatos y nos atrevimos a planear un “nuevo” cursillo con José Ferragut, que había sido Presidente Diocesano, con Jaime Riutord y este cristiano que escribe y suscribe este relato, al que se le designó como Rector. Éste fue el primer Cursillo y, si bien le llamamos de Jefes de Peregrinos, porque no nos hubieran dejado celebrarlo con otro nombre, no se parecía en nada a los que se habían dado en Mallorca con este nombre. Esto sucedía el año 1944, en un chalet de Cala Figuera. Así las cosas, confiando en las oraciones de muchos y la colaboración de unos pocos, nos lanzamos a la aventura de hacer un cursillo por nuestra cuenta. Aunque hablamos de Santiago era un cursillo distinto de los demás, con una estructura diferente con el propósito de contagiar el ideal de Cristo en un ambiente cálido, sincero, agradable y festivo, salpicando los rollos de anécdotas que cuidadosamente habíamos recopilado. Necesitábamos un Sacerdote para que nos explicara los rollos místicos y que cuidara de la dirección espiritual del Cursillo. Don Juan Juliá aceptó. Con mucha fe en Dios, las oraciones de muchos y el sacrificio de unos cuantos nos lanzamos a la aventura. Sabíamos a lo que íbamos y lo que queríamos conseguir. Teníamos claro lo que gracias a Dios nunca se nos ha oscurecido: que el Evangelio es verdad y que, realizado en la vida y metido en el corazón y en la inteligencia de cada persona que cree en Cristo y se abre de verdad a su Verdad, correspondiendo a su gracia, tiene una potencia arrolladora capaz de entusiasmar a los más remisos. En Cursillos se trata de presentar la Verdad de Cristo escueta, acentuando lo más importante que es su Resurrección, el descubrir que nos ama a cada uno en particular y personalmente y que está presente cuando dos o más se reúnen en su Nombre. Estas verdades llevadas a la vida, esto es momentalizándolas, tratando de meterlas en el vivir de cada momento, dan sentido a la vida. El Señor nos inspiró la Reunión de Grupo y la asistencia a la Ultreya. Vimos que la persona tiene dos polos, uno personal y otro social. Del personal cuida la Reunión de Grupo y el social se va consiguiendo asistiendo a la Ultreya. El Cursillo de Cristiandad persigue una sola finalidad: que el Espíritu del Señor se encuentre en Cristo con la libertad de la persona humana y que ésta, al descubrir que es amada por Dios, cambie de horizonte y de perspectiva, porque se ha dado cuenta de que Dios le tiene en cuenta. Cuando esto sucede normalmente se produce un proceso personal de conversión, lo que exige de los dirigentes - sacerdotes y seglares - un cuidado personalizado, atento y detallista, seguido y conseguido por medio de la amistad, sin presiones paternalistas, ni ayudas no solicitadas, que no hacen más que demostrar que se ignora que en los bautizados, conscientes de su bautismo, actúa sin cesar la gracia de Dios. Conectado con la fuerza divina que obra en los sacramentos, el cursillista va descubriendo que si él va aportando su ilusión, su entrega y su espíritu de caridad, viviendo en gracia, va comprobando que, salvando todos los avatares y aventuras del vivir, lo más importante es la vida, el hecho de vivir, lo que le impulsa a vivir agradecido, saboreando que la vida es bonita, que la gente es importante y que vale la pena vivir. La persona que ha vivido el cursillo y ha aportado en él lo que en la primera noche le pide el Rector: su ilusión, su entrega y su espíritu de caridad, que es tanto como decir estar en disposición de captar las tres virtudes teologales y se ha abierto a las verdades que en el cursillo se explicitan, sale libre y liberado, cambiando de mentalidad y, como la gracia es creativa, va aplicándola a su escala de valores primero y después, o simultáneamente, a su óptica, a su enfoque y a su perspectiva, en una palabra, a su manera de ver las cosas. Es aquello de ver con ojos nuevos las cosas de siempre. Ahora bien, a esto, que es tan sencillo y claro y que ha dado tan buenos frutos en tantas personas, se ha pretendido tergiversarlo muchas veces con el deseo de "actualizarlo" y de "ponerlo al día" o bien han tenido la 'originalidad" de añadir cosas innecesarias, que no han hecho más que complicar la santa simplicidad de lo pretendido. Si comparamos el Movimiento de Cursillos a un árbol, que ha crecido porque la semilla evangélica sembrada en muchos corazones y cultivada con la oración ha dado su fruto, nos alegra, pero así mismo nos duele que en algunos sitios, sin duda con la mejor intención, han tomado el árbol de los cursillos como el árbol de Noel y le han ido colgando luces y muñequitos, (sus genialidades preferidas) y han ido afeando su claro y sencillo perfil. Al Cursillo de Cristiandad podríamos compararlo a un árbol. El árbol tiene raíces, tronco, ramas, hojas y produce frutos; para crecer y desarrollarse tiene que estar afincado en tierra. El Cursillo exige estar afincado en la realidad. Sus raíces son su motivación, las ideas fuerza que impulsan la savia de las inquietudes que suscita su misma vitalidad. El tronco y sus ramas son su estructura, que está toda orientada a ser vehículo del mensaje evangélico, enfocado especialmente de cara a los alejados. Para convivir con los alejados los cristianos de siempre han de entender la parábola del Hijo Pródigo, pero por lo que se refiere al hermano mayor, que no tiene que enojarse porque el Padre haga una fiesta para celebrar la vuelta del hermano y hasta que nos alegrara que en lugar de uno fueran dos. Todas estas sinceridades que siguen y que me creo en el deber de tener que expresar para que todo quede lo más claro posible, no lo hago en plan de querer ser protagonista, pues siempre que se me ha pedido quien era el autor de todo he dicho categóricamente que era el Espíritu Santo, pero cuando se me ha preguntado quién hizo la estructura, quién recopiló las anécdotas, quién hizo los rollos seglares, quién ideó la Reunión de Grupo y la Ultreya, para no mentir, he tenido que decir que era yo. A punto de concluir este relato, me doy cuenta que, sin darme cuenta, he empleado, como siempre, el plural mayestático, lo que induce a pensar que había otros a mi lado que me ayudaban a aportar ideas. Lo que sí pasó es que les iba leyendo lo pensado y ellos lo escuchaban con atención Lo aportado por otros lo recuerdo perfectamente: Don Sebastián Gayá fue el único que tuvo fe en nosotros pero sus múltiples ocupaciones no le permitieron una dedicación más efectiva. Escribió la Guía del Peregrino Don Juan Capó, que estudiaba en Roma cuando la gestación del Cursillo, al volver a Mallorca se entusiasmó con la idea que le explicamos. Su presencia en el cursillo de San Honorato, en Enero de 1949, se limitó a dar las dos meditaciones de la primera noche, el día 7, tras lo cual volvió a Palma. Él fue el que dio nervio teológico a los rollos místicos y a las meditaciones. Tengo que mencionar también, porque su influencia ha sido grande, a Guillermo Estarellas. Él fue quien aportó la canción "De Colores". Se buscaba para cantar precisamente algo que no fuera pío, por no asustar a los alejados y con el "De Colores", canción sacada del folklore, se cumplió rotundamente el objetivo. El "De Colores" con el tiempo ha llegado a ser el himno y el santo y seña de los cursillistas de todo el mundo. También quiero hacer constar que la idea primigenia fue seglar. Para mayor gloria de la Iglesia, creo que esta nota merece destacarse. Cuando llegó el Dr. Hervás a Mallorca nos habló de sus planes pastorales. Yo le interrumpí diciéndole que en Mallorca teníamos un procedimiento para acercar a la juventud, que era lo que en el tiempo se llamaría el Movimiento de Cursillos de Cristiandad. Cuando después hablamos con él, se entusiasmó. Cuando pasó de la Diócesis de Mallorca a la de Ciudad Real, le entregué toda la documentación que yo tenía sobre cursillos. Él, con un grupo de sacerdotes, lo estudió atentamente. Sin duda ninguna a él se le debe el que los cursillos fueran aceptados por la Iglesia. Él escribió una pastoral sobre ellos titulada "Los Cursillos de Cristiandad, Instrumento de Renovación Cristiana", que siempre será la Carta Magna de los Cursillos de Cristiandad. Él ha sido el que consiguió que los Cursillos de Cristiandad entraran por la puerta grande de la Iglesia. Si los cursillos han de ser fieles al motivo por el que fueron pensados, rezados y agradecidos, no han de bajar la diana y han de servir para dar a los que asistan a ellos una vivencia viva, sencilla, simple, clara y auténtica del Cristo del Evangelio que, con su resurrección, se hace por su gracia vivo, normal y cercano en cada uno. Esto requiere y precisa que haya un encuentro de cada persona con Cristo. Los cursillos han de ir al fondo de la persona, no a sus circunstancias concretas que le envuelven, si es casado, soltero, practicante o indiferente etc.. No tiene que haber nada que le desvíe de la diana a que se debe apuntar. El encuentro tiene que ser con Cristo y la persona, cara a cara, de tú a tú y a eso tiene que ir enfocado todo la existencia insoslayable de un magnetismo de género o la presencia condicionante de algún testigo cualificado por relación profesional, familiar o de pareja, lo imposibilita. La reacción tiene que ser personal, radical y auténtica. No tiene que haber nada que impida o dificulte esta radicalidad, perplejidad y entusiasmo, que causa en la persona el CREER de verdad y en serio que Cristo le ama. Como en el cursillo se descubre una nueva dimensión mucho más profunda que la fe normal, no es la misma cuando la persona es observada por otra que está pendiente de su reacción. Por esta razón los cursillos no deben ser mixtos, así como tampoco no es de ninguna manera conveniente que vayan a un mismo cursillo juntos padre e hijo, madre e hija o dos hermanos o hermanas, o Jefes y subordinados o un matrimonio. Si van mujeres y hombres juntos, ninguno se porta como se portaría si fueran por separado. Cristo busca a la persona, no a lo que le envuelve. El cursillo no da por supuesto ningún supuesto. En el cursillo, si se hace como se debe, al final todo el mundo es veraz, Lástima que después se creyeron omnipotentes los del OMCC y cambiaron el nombre de algunos rollos y el orden de los mismos; modificaron "Ideas Fundamentales" que, en su primera edición, cumplieron su finalidad: Que se conociera el por qué y el para qué de los cursillos, su mentalidad, su estrategia, etc. todo elaborado por personas que conocían y amaban el Movimiento y no tenían la obsesión de querer mandar sino de servir. Pero después un grupo reducido, en el que no había ningún integrante que hubiera estado presente en su gestación, empezaron a modificar, codificar y enumerar las Ideas Fundamentales, a "actualizarlas", a clericalizarlas y, creo suponer que con buena intención, inventaron el apartado -el 86- donde se cuenta una historia imaginaria en rosa, algo así como un cuento de hadas, para explicar el "nacimiento" de los Cursillos. Y, como si esto no bastara, cambiando los rollos, desmedularon la idea intencional del Movimiento, porque se olvidaron de que su óptica tenía que ser enfocada pensando en los alejados. Prueba palpable de ello es que introdujeron el rollo Fe y el de Iglesia, cambiando el de Piedad por Santidad, el de Estudio por Formación y el de Estudio del Ambiente por el de Fermentación Cristiana de los Ambientes. El tener la idea de meter un rollo llamado Fe y otro llamado Iglesia no encaja de ninguna manera con la auténtica mentalidad de cursillos, que siempre ha tenido como objetivo preferente, aunque no exclusivo, el acercamiento de los alejados, sin tener en cuenta que la Fe no puede colgarse como un collar, sino que nace por gracia de Dios y, como reacción, en el corazón de la persona que admite y cree que Dios le ama. El Cursillo no pretende que los mejores sean cristianos, ni que los cristianos sean mejores, sino que los cristianos sean cristianos. Que entiendan que ser cristianos conscientes es convertirse en cada momento. Y todo, para que vayan descubriendo, desde el preciso lugar donde Dios les ha plantado, que Dios en Cristo les ama. En realidad, de verdad, para el cristiano de verdad, existe tan sólo un problema, que es aceptar, sin morir de alegría, la grandeza de ser tanto. Eduardo Bonnín

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